Y hoy me vuelvo a dar cuenta de que es así. De que sólo lo he sentido una vez en la vida, y las probabilidades de volver a sentirlo son ínfimas. Reconozco que yo misma estoy construyendo un muro alrededor de mi corazón para que nadie pueda penetrarlo, para asegurarme que nadie pueda hacerme daño.
Echo de menos un beso sin motivo alguno, tus ojos clavados en los míos que me hagan temblar de pies a cabeza, tus brazos que me rodeen y que me hagan sentir protegida de todo. Un mensaje donde sólo ponga te quiero, el ir dando un paseo sin rumbo, porque lo importante es ir juntos. El sentirme querida y deseada, que soy un pilar fundamental, que aparezcas de repente en el portal para darme una sorpresa. El que nos tumbemos a ver una película abrazados, donde nosotros ponemos el argumento, el que me mires a los ojos y me transmitas todo.
Pero no lo tengo, hace tanto tiempo que no tengo todo eso, que me parece un sueño. Y por eso me obligo a recordar, porque los recuerdos es lo único que me asegura que viví el amor, que he estado enamorada, que he querido y he sido querida. Esos recuerdos son la demostración de que lo nuestro existió, de que no es un sueño, sino una realidad. Una realidad que cada vez parece más difusa y cada vez me tengo que esforzar más para recordarla.
Sólo hay algo que no tengo que forzar para saber, y es que te quise, te amé con todo mi ser, y pase lo que pase, olvide o recuerde, el amor que he sentido por ti, siempre vivirá en mí.
