Hemos llegado tarde a trabajar. No hemos dejado tiempo de que sonara el despertador, pues ya estábamos unidos bajos las sábanas, explorando nuestros cuerpos como si no lo hubiésemos hecho antes.
Aún se me eriza el vello al recordar tus manos perdiéndose en mi cuerpo, tu boca voraz buscando la mía, las palabras susurradas, las miradas sostenidas. No llego a entender cómo es posible que haya esa conexión cada vez que me tocas, que no me acostumbre a perderme entre tus brazos. Y siempre es la primera vez, porque nunca siento lo mismo, porque siempre siento que nunca antes nos hemos tocado, porque tu cuerpo me eleva a cumbres insospechadas.
Sólo quiero pedirte algo, algo que puede que hoy me prometas pero que con el tiempo olvides. Piénsalo bien, no quiero mentiras ni falsas ilusiones. Ámame siempre, como lo has hecho estos meses, haciéndome sentir que soy tuya para siempre, y que tú, cariño mío, siempre serás mío.
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